Red Iberoamericana y Africana de Masculinidades RIAM

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Monday, August 13, 2012

Feminismo y masculinidades al debate

Por: Wilfredo Pomares Ángel

Los hombres tras el Feminismo, texto de la psicóloga especialista en temas de género Lynne Segal, fue el lietmotiv de la tertulia que sesionó durante cuatro horas el lunes 23 de julio de 2012, a partir de las 9:30 am. El grupo de estudio de masculinidades en Cuba de la Red Iberoamericana y Africana de Masculinidades,  que coordina el Dr. Julio César González Pagés, recibimos con expectativas al intelectual feminista Dr. Alejandro Martínez González, profesor de la Universidad de Lasalle, quien moderó el encuentro académico. Fue un ejercicio de pedagogía crítica, “las tertulias dialógicas –explicaba Alejandro – nos permiten organizar y sistematizar información, para podernos expresar ante el grupo que a su vez nos devolverá nuevas dudas e informaciones”, el resultado de esta experiencia fue el desarrollo del conocimiento grupal a la par de criterios individuales.
 Participantes en la tertulia de la Red Iberoamericana y Africana de Masculinidades RIAM en la Habana

El texto que debatimos, forma parte de la compilación …………., se trata de una valoración analítica del estado del tema de los estudios de masculinidad y de las implicaciones que supone para l@s invertigador@s feministas las llamadas crisis de la masculinidad, Segal contextualiza estas crisis en el amplio contexto de “la vulnerabilidad común humana”, proponiendo una actualización del enfoque pro feminista en los estudios de masculinidad, de forma que se tome como presupuesto que la contradictoriedad de la realidad avala que los nuevos resultadas estén cargados de contradicciones.

A lo largo del debate suscitado todo parecía dar cuenta de estas contradicciones, las dudas que fuimos expresando necesitaron muchas veces de respuestas complejas o abiertas, o una reformulación de la misma duda como respuesta más sincera:

¿Qué masculinidad está en crisis? El texto hace referencia a ciertos cambios de la cultura popular en forma de asumir la masculinidad, pero ¿acaso eso significa que existen nuevos patrones de masculinidad hegemónica, y que en sentido general se asumen otras maneras menos agresivas de ejercer la masculinidad? ¿Qué hay de los grupos de varones en los que no está ocurriendo eso?; y sobre todo: ¿cómo explicar todo lo anterior en un contexto de guerra como parte esencial de la agenda global, acompañada de ideologías marginalizantes, fundamentalismo religioso, nacionalismos radicales, conflictos étnicos, formas de pensamiento que legitiman y se legitiman en un machismo agresivo como componente imprescindible para la invasión y conquista militar? Esa es la contradicción, surgen nuevas formas de ser hombre más justas dentro del sistema sexo-género, pero a nivel global la violencia (y la violencia de género específicamente) crece exponencialmente.

Unas de las preguntas que generaron más discusiones es la pregunta sobre el papel determinante de los roles en la identidad de género: ¿cambiando los roles se cambia la masculinidad?

La respuesta no es de simplemente negar o afirmar, definitivamente hay roles que deben cambiar, pero otros nuevos, y ese el gran reto. No basta con cambiar discursivamente; fue un momento en que paramos de teorizar de forma intelectualizante para preguntarnos por lo programático ¿a dónde queremos ir?, la palabra de orden fue cambio, pero ¿qué tipo de cambio? Si, por ejemplo, ingresan cada vez más mujeres a los puestos de poder como decisoras pero siguen reproduciendo los cánones masculinos de dirección ¿cuánta equidad logramos? Otro asunto sería ¿cómo promover una cultura de paz cuando aún nos fascina la guerra como tema histórico, literario, cinematográfico, etc.?

Un discurso feminista no es coherente cuando en nuestras prácticas legitimamos conductas violentas intra-genéricas, o cuando invisibilizamos o tachamos a las mujeres sólo por su condición de género. El cambio que debe ser planteado desde el feminismo no es sencillo para los hombres porque ostentamos posiciones privilegiadas en el sistema sexo género; pero es una propuesta humanizadora en tanto pasa por dejar de ver a las personas como objetos de satisfacción, para verlas como sujetos: hombres y mujeres con una sensibilidad justo como la tuya o la mía.

En ese sentido es que nos resulta importante la interacción grupal cuando perseguimos estos objetivo de cambios empezando por nostr@s mism@s, porque siempre habrá otra persona que pueda visibilizar las conductas que tenemos inconscientizadas, y el debate es una herramienta útil para deconstruir nuestras prácticas.

Entre los cambios en nuestras conductas cotidianas que nos plantea el feminismo está el compromiso intelectual a vencer nuestras lagunas teóricas: a raíz de las referencias que el texto hace sobre la llamada Teoría Queer, se suscitaron otras dudas sobre si sería justa una sociedad sin géneros, ya que la dicotomía estructural que plantea el sistema sexo genero podría reforzar la heteronormatividad e invisibilizar otros grupos sociales; o si la solución justa y coherente sería ampliar el concepto que hasta ahora usamos de género. ¿hasta qué punto definen las prácticas sexuales a las practicas genéricas?

Nos descubrimos, para nuestro propio asombro, llenos de tabúes corporales, al reaccionar negativamente o en forma de burla a la justa provocación del texto al “evento erótico de estar dispuesto a alegremente a ser penetrado oral y analmente” como forma de desterritorializar los cuerpos de los hombres. Ser hombres que estudiamos género nos hace aptos para el entendimiento, pero la comprensión nos la arrebató nuestra propia heteronormatividad latente: el temor número uno de la masculinidad dominante nos sesgó a pensar el mentado “evento erótico” sólo como una actividad homosexual. Lo que nos puede hacer pensar sobre qué tan homofóbicos podemos llegar a ser.

Este encuentro nos sirvió para reafirmar la muerte del divorcio positivista entre teoría y práctica, nos impulsa a buscar formas coherentes para vivir transformando nuestras prácticas progamáticamente ajustados al feminismo. Pero sobre todo aprendimos lo difícil que es hablar de l@s otr@s sin hacerlo de nosotr@s mism@s.

Si no nos descubrimos como hombres detrás del feminismo, tal vez si lo hicimos como personas dispuestas a construir alternativas con el feminismo por delante.

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